sábado, 10 de octubre de 2015

No importa lo que te pongan detrás de la foto

Lo deseas e intentas poseerlo porque te sientes incompleto. Tu lado femenino lo reclama con fuerza, mucha fuerza. Ese lado exige un cuerpo y no se conforma con cualquier cosa. ¿No lo ves? Siempre se te va la vista buscando la perfección. Lo miras, lo contemplas, lo deseas, y cuando lo tienes entiendes que la belleza no puede ser poseída. El orgasmo te resigna una y otra vez, pero a la vez te crea la ilusión de la posesión. El secreto de la vida está ahí, en los Genitales, pero hábilmente lo han ocultado con el pudor. Estos trazos tienen dueño y no son precisamente del lienzo que los muestra. En algunos momentos la fuerza opuesta es tan fuerte que termina por saltarse las supuestas normas naturales y transforma su cuerpo y su mente. La secundaria doblega a la predominante. Nace la homosexualidad. Y como si de un cambio de polaridad se tratase, la forma predominante pasa a ocupar un segundo lugar y comienza a desear lo que ya tiene. Normalmente se da por conductas imitativas y frustraciones intensas. No importa lo que te pongan detrás de la foto, quieres poseer lo que te falta. Los celos nacen de este principio. Tu lado femenino desea lo celado. Con la muerte sucede algo parecido. Atrapa tu atención al instante. Sabes que te pertenece, sabes que te falta. Evidentemente negarás ambas, tu sociedad te ha maleducado, pero las utiliza para controlarte. Muerte y sexo son los dos principales reclamos subliminales del marketing. Y el segundo ya no es tan subliminal. Ya va de frente en esta sociedad "libre" que te esclaviza con tus deseos de libertad. De ahí que "lo omitido" el paralipómena, sea tan importante en este libro de aprendizaje social que ellos tienen en su totalidad y que a ti no te han dejado leer ni la primera página. Te han dado cuerda y te han puesto a trabajar. Y debes considerarte afortunado, otros no tienen ni cuerda, ni trabajo. Una sociedad ciega, libidinosa, ocioso/trabajadora y sobre todo: Democrática.

¿Locura o profundo análisis de larga duración?

Me encanta recopilar extrañas historias anónimas. Aquí una muy interesante y que sé que muchos estaban deseando conocer. Es más larga y con mucho más contenido. Me he quedado con lo más interesante.

Fue inevitable enamorarse de los trazos del altísimo. Amplificar los 5 sentidos para conocer su técnica no sirvió de mucho, pero algo nuevo se vio. Fue como contemplar un cuadro de Gentile Bellini siendo, un servidor, un pueblerino de la edad media.
Una dimensión nueva se abre ante tus ojos y quedas extasiado. Un mundo donde todo es posible. No hay muerte y todo es acción. Es un escalón más de la 3 dimensión, pero no más allá, sino aquí. Fue como ser un habitante del famoso pueblo de Carl Sagan llamado Flatland. Lo intenté con muchas llaves, pero sólo un trozo de mierda carísimo abría la puerta. La nostalgia por volver una y otra vez se apoderó de mi arrastrando conmigo a mucha gente que me quiere. Lo lamento profundamente, pero es que habían cosas realmente interesantes.Desde profundas revelaciones a conocer la hidromancia por accidente. Ver en el agua escenas de la vida cotidiana era algo impresionante. Fue así como predije un día antes la muerte de un familiar. Lástima que la interpretación sea complicada y la mayor parte de lo que se ve no te es familiar, pero hay cosas que son realmente evidentes. Hace tiempo con otras llaves pude tener un breve contacto con un familiar muerto y visualizar un acontecimiento importante en mi vida expuesto en la visión con una situación simbólica que se reveló con nitidez el día de su realización muchos años después.
El precio a pagar es muy alto. El agotamiento físico y mental es equiparable a estar meses ingrávido. Es muy duro. Supongo que jugar con ventaja se paga caro. Dios te deja echar una miradita, pero te cobra en salud, al fin y al cabo, el tiempo es suyo y te fue prestado para que aprendas a caminar sobre la llanura en escalonadas lecciones. Tiene toda la pinta de tener tendencias Judías. Acumula pero no gasta. De ahí su poder. Benditos sean los esquizofrénicos, ellos tienen la llave, ellos son el puente. No hay fantasía que valga, todo es aquí, Y hay una parte de ti, que puede verlo. Sabes que sientes a Dios, no mientas. ¿A quien consultas en silencio cuando tienes dudas y que siempre te responde con lo que es correcto?. Sabes que está ahí, pero tu ego no quiere verlo o perdería su estatus. Él es la llanura inmensa del aquí que se extiende por todo el universo.

Anónimo.
Aquí el vídeo para que entiendan el pueblo de flatland al que hace referencia.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Narciso



Narciso era hijo del dios boecio del río Cefiso y de Liriope, una ninfa acuática. El famoso vidente Tiresias ya había hecho la predicción de que viviría muchos años, siempre y cuando no se viese a sí mismo. A los 16 años Narciso era un joven apuesto, que despertaba la admiración de hombres y mujeres. Su arrogancia era tal que, tal vez a causa de ello, ignoraba los encantos de los demás. Fue entonces cuando la ninfa Eco, que imitaba lo que los demás hacían, se enamoró de él. Con su extraña característica, Eco tendía a permanecer hablando cada vez que Zeus hacía el amor con alguna ninfa. Narciso rechazó a la pobre Eco, tras lo cual la joven languideció.

Su cuerpo se marchitó y sus huesos se convirtieron en piedra. Sólo su voz permaneció intacta. Pero no fue la única a la que rechazó y una de las despechadas quiso que el joven supiese lo que era el sufrimiento ante el amor no correspondido. El deseo se cumplió cuando un día de verano Narciso descansaba tras la caza junto a un lago de superficie cristalina que proyectaba su propia imagen, con la que quedó fascinado. Narciso se acercó al agua y se enamoró de lo que veía, hasta tal punto que dejó de comer y dormir por el sufrimiento de no poder conseguir a su nuevo amor, pues cuando se acercaba, la imagen desaparecía.

Obsesionado consigo mismo, Narciso enloqueció, hasta tal punto que la propia Eco se entristeció al imitar sus lamentos.
El joven murió con el corazón roto e incluso en el reino de los muertos siguió hechizado por su propia imagen, a la que admiraba en las negras aguas de la laguna Estigia. Aún hoy se conserva el término «narcisismo» para definir la excesiva consideración de uno mismo.


sábado, 26 de septiembre de 2015

Equinoccio de Otoño
















  • Stanislav Yevgráfovich Petrov (Станислав Евграфович Петров en ruso, nacido en 1939)

Pocas veces cae el destino del mundo en las manos de un solo hombre. La media noche del 26 de septiembre de 1983 pudo ser la última para millones de personas si no hubiera sido por Stanislav Petrov. En una época llena de tensiones provocadas por la Guerra Fría y el miedo a un Apocalipsis nuclear, mantuvo la calma cuando las alarmas de un satélite de la URSS avisaron de un ataque nuclear inminente. Se trataba del hombre que tenía a su alcance el "botón rojo".
Orbitando sobre la Tierra, los satélites de alerta temprana rusos estaban preparados para detectar cualquier proyectil que se elevase sobre la línea del horizonte. Aquella noche, Petrov, teniente coronel de la Fuerza de misiles estratégicos del Ejercito ruso, se encontraba al mando del bunker Serpukhov-15 en Moscú. A las 00.14 de la noche saltaron todos los indicadores alertando de una fuente de calor que ascendía por el este. Sus características correspondían con las de un misil nuclear intercontinental.

A pesar de la alarma que resonó en todo el bunker, Petrov se mantuvo escéptico. Podía ser un error, así que ordenó suspender la alarma y esperar. Sin embargo, poco después volvieron a sonar las sirenas cuando los satélites detectaron cuatro fuentes de calor más. Ya había perdido mucho tiempo y como declaró en el diario Moscow News: "No se pueden analizar bien las cosas en sólo un par de minutos, todo lo que se puede hacer es confiar en la intuición. Tenía dos opciones: o pensar que los ataques con misiles no parten de una sola base, o que el ordenador ha perdido la cabeza". Optó por la segunda opción y esperó unos minutos más.
La tremenda tensión que "atenazaba a todos los presentes" desapareció de golpe cuando las alarmas cesaron. Lo que en realidad ocurrió es que, en estas fechas próximas al equinoccio de otoño, los satélites, la Tierra y el Sol se alinearon provocando un extraño error en los detectores. El Sol se había elevado sobre el horizonte en el ángulo exacto para que los satélites interpretaran sus señales térmicas como un ataque de misiles.

Después de esto, Stanislav Petrov fue relegado a un puesto inferior por desacatar las normas, y el error fue ocultado por el gobierno de la URSS. El reconocimiento de su hazaña, en el que más tarde se llamó "Incidente del Equinoccio de Otoño", no vino hasta mucho tiempo después cuando recibió su primer premio, "World Citizen Award", el 21 de mayo de 2004. En 2006 viajó a EEUU y fue homenajeado por las Naciones Unidas por su valiente actuación. A pesar de todo, cada vez que se entrevistó a Petrov siempre comentaba: "En todo este tiempo no me he considerado un héroe, sólo alguien que hizo su trabajo y lo hizo bien".

                         

viernes, 25 de septiembre de 2015

El hombre no tiene un mal mayor que una opinión falsa


Con Sócrates la filosofía deja de interesarse por los fenómenos naturales y pasa a ocuparse del ser humano, de cómo debemos vivir nuestra vida....

 
Es el mártir por antonomasia de la filosofía, aunque otros filósofos murieran por sus ideas antes que él (como Zenón de Elea, que murió a manos del tirano de su ciudad antes de confesar el nombre de los que se habían organizado para derrocarle y tras cortarse la lengua con los dientes y escupírsela a la cara) y también después, como Hipatia, Tomás Moro o Giordano Bruno.

Sócrates ejemplifica la persona que vive tal como piensa y que lleva sus ideas hasta sus últimas consecuencias; el individuo a quien no le importa morir con tal de no renunciar a sus principios. Con el ejemplo de su muerte y con la manera en la que la sobrellevó, Sócrates representa un nuevo tipo de reflexión filosófica que ya no se encarga de examinar la naturaleza, sino a los seres humanos. De ahí que Cicerón dijese que “Sócrates fue el primero que hizo bajar la filosofía del cielo, la introdujo en nuestras casas y la obligó a ocuparse del bien y el mal”. O como dice Martha Nussbaum –reciente Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales– en El cultivo de la humanidad, de Paidós (ver artículo en pág.12), “su contribución característica fue que el rigor y la firmeza del argumento filosófico tuviera efecto en los asuntos de interés público”.


El primer psicólogo

 
Al incorporar la reflexión filosófica a los problemas cotidianos de las personas, Sócrates se convierte en el primer psicólogo de la Historia. Su preocupación fundamental ya no es cómo está constituido el universo y cuáles son los mecanismos que explican la realidad material, sino cuál es la vida que debemos llevar, en qué consiste la “vida buena” y cuáles son las motivaciones de nuestra conducta. Sin él no podemos entender lo que sucede después en filosofía, el énfasis de las escuelas filosóficas posteriores (cínicos, epicúreos y escépticos, pero especialmente los estoicos) en incorporar la reflexión filosófica a la vida cotidiana, en vivir filosóficamente y concebir la filosofía como un modo de vida (como diría Pierre Hadot en su Elogio de Sócrates) o como práctica sobre uno mismo y arte de vivir (en palabras de Foucault en La hermenéutica del sujeto).


Filosofía contra las desgracias

 
Siglos más tarde, filósofos como Séneca, Epícteto y Marco Aurelio insistieron en que la filosofía puede ayudarnos a sobrellevar las desgracias de la vida (enfermedades, exilio, pobreza, muerte) y a vivir mejor, pues nos enseña a extirpar las creencias erróneas que desencadenan las emociones negativas (ira, tristeza, miedo, angustia, etc.). A partir de Sócrates, el filósofo se convierte en un “médico del alma” y la filosofía en una especie de terapia psicológica que se encarga de “curar” las “enfermedades del espíritu”, las pasiones que obnubilan la razón o las opiniones erróneas que enturbian el juicio. De ahí que el mayor mal para el hombre sea una opinión falsa, pues cuando un individuo tiene creencias inadecuadas sobre sí mismo o sobre la realidad, sus actuaciones no se adecuarán a ella y eso solo le podrá traer problemas.

Como el propio Sócrates reconoce en el Gorgias, uno de los diálogos socráticos más emocionantes que escribió su discípulo Platón: “¿Qué clase de hombre soy? Soy de esos que aceptan gustosos ser rebatidos, en caso de que diga algo falso, y de los que rebaten gustosos en caso de que alguien dijera algo falso; y, desde luego, no pertenezco con menos gusto a los que son rebatidos que a los que rebaten, dado que considero esto primero un bien mayor, por cuanto es un bien mayor verse librado uno mismo del peor de los males que librar a otro, pues creo que el hombre no tiene un mal mayor que una opinión falsa sobre las cosas que precisamente ahora está tratando nuestra discusión. Si tú también dices que eres así, discutamos; pero si te parece que es preciso dejarlo, acabamos ya la discusión”.


Ocúpate de ti mismo

 
El trabajo filosófico consistirá en profundizar sobre las opiniones del sujeto por medio del diálogo. Mediante las preguntas socráticas, eso que se conoce como mayéutica, Sócrates conducirá a su interlocutor hasta un estado de perplejidad que le hará dudar de sus ideas, de su supuesto saber, y darse cuenta de su ignorancia (de que no sabía que no sabía), estadio necesario para que se produzca el verdadero aprendizaje. Sócrates, con sus preguntas y su diabólica ironía, examinará la vida de los que se le pongan a tiro para hacerles ver que viven como sonámbulos, que no se ocupan de sí mismos, que no se preocupan de lo que verdaderamente importa, el perfeccionamiento de su alma, sino solo de cosas superfluas como estar delgado, tener dinero o ser famoso.
“La mayoría de las personas con las que se enfrentó Sócrates –explica Nussbaum– llevaban vidas pasivas, vidas cuyas acciones y decisiones más importantes eran dictadas por las creencias convencionales. Estas creencias vivían con ellos y los modelaban, pero nunca las habían hecho propias, porque en realidad nunca habían mirado dentro de ellas, preguntándose si habría otra manera de hacer las cosas, y cuáles eran en verdad dignas de guiar sus vidas en lo personal y en lo político”.

Son célebres las palabras que Sócrates dirige a los 500 miembros del jurado que más tarde le condenarán a muerte por corromper a la juventud e introducir nuevos dioses, y que Platón reflejará en su Apología de Sócrates: “Mientras tenga vida y pueda, no dejaré de filosofar, de aconsejaros y de exhortar a todo el que me encuentre del modo que acostumbro: ‘Amigo mío, ¿cómo es que siendo de Atenas, la ciudad mayor y más famosa por su poder y sabiduría, no te avergüenzas de no pensar sino en acumular riquezas, gloria y honores, sin preocuparte lo más mínimo de la sabiduría, de la verdad ni de perfeccionar tu alma?’. Y si alguno de vosotros me contradice y me asegura que sí se preocupa de tales cosas, no le dejaré inmediatamente, sino que le interrogaré, le examinaré y le haré ver que no dice la verdad. Pues voy, en efecto, por todas partes sin otra finalidad que convencer a jóvenes y a viejos de que no os ocupéis tanto del cuerpo ni de acumular riquezas, pues lo primero es el cuidado y el perfeccionamiento del alma”.

El ser humano debe ocuparse de sí mismo, cuidar su interioridad, y para ello debe examinar su vida, lo que piensa y hace, pues lo que hace está determinado por lo que piensa. Sócrates considera que no hacemos el mal porque seamos malos, sino porque no sabemos lo que es el bien, porque creemos erróneamente que perseguir una determinada actividad (acumular riquezas aunque sea defraudando, corrompiéndose o robando) nos va a hacer felices, cuando en realidad no es así.


Vivir filosóficamente

 
Y si uno no se ocupa de sí mismo, Sócrates lo acorralará con sus impertinentes preguntas hasta que lo reconozca, porque el trabajo del filósofo consiste en despertar al dormido para que viva una vida propia de un ser humano y no la de un animal que solo satisface sus necesidades primarias. “Si hacéis que me maten –dirá Sócrates en Apología de Platón–, no encontraréis fácilmente, aunque resulte ridículo que lo diga, a otro hombre a quien el dios ha situado en esta ciudad como un tábano, junto a un caballo grande y noble, pero lento por su tamaño, que necesita ser aguijoneado. Para esto creo que el dios me ha colocado en esta ciudad, y no dejaré de exhortaros, de persuadiros y de reprocharos, posándome en todas partes y sin concederos ni un momento de reposo. No, atenienses, no encontraréis a otro como yo, y si me hacéis caso y miráis por vosotros, me dejaréis vivir. Pero si irritados, como quien es despertado cuando está a punto de dormirse, me dais un manotazo y me condenáis a muerte a la ligera, haciendo caso a Ánito, pasaréis el resto de vuestra vidas dormidos, a no ser que el dios, preocupado por vosotros, os envíe a otro como yo”.

Para vivir una vida digna de un ser humano es imprescindible reflexionar sobre cuáles son nuestros objetivos, si estos son adecuados; sobre si somos felices y sobre dónde está la verdadera felicidad (cuestiones que después tratará el cristianismo desde una óptica religiosa). Sócrates se preocupa de que los demás se ocupen de sí mismos, convierte en su ocupación principal (es decir, en su vocación y en su “profesión”) ocuparse de sí mismo y que los demás se ocupen de ellos. Lo cuenta él en la Apología de Platón: “Esto es lo más difícil de haceros entender. Si os digo que eso sería desobedecer al dios y que, por ello, es imposible que lleve una vida tranquila, no me creeríais y pensaríais que hablo con ironía. Y menos me creeríais si digo que el mayor bien del hombre es conversar acerca de la virtud y de los otros temas que me habéis oído tratar cuando me examinaba a mí mismo y a los demás, y que una vida sin examen no vale la pena. Así son las cosas, atenienses, pero no es fácil convenceros”.

Con Sócrates, el objetivo de la filosofía será que la gente lleve una “vida filosófica”, que actúe guiada por la razón y que sus acciones estén en consonancia con sus principios: convertirá la vida filosófica en el imperativo de todo ciudadano. Y para ello no dejará de importunar a todo el que se le cruce por su camino con preguntas para que dé explicaciones de por qué actúa como actúa, como se quejará un personaje del diálogo Laques: “Ignoras que, si uno se halla muy cerca de Sócrates en una discusión o se le aproxima dialogando con él, le es forzoso, aún si se empezó a dialogar sobre cualquier otra cosa, no despegarse, arrastrado por él en el diálogo, hasta conseguir que dé explicación de sí mismo, sobre su modo actual de vida y el que ha llevado en su pasado. Y una vez que ha pasado, Sócrates no lo dejará hasta que lo sopese bien y suficientemente todo”.


Pedagogía socrática

 
Pero Sócrates no solo es el primer terapeuta de Occidente, sino también el primer gran pedagogo. La mayoría de los reformadores de la educación se han inspirado en la práctica socrática para desarrollar propuestas educativas innovadoras, desde Montaigne y Rousseau, pasando por Pestalozzi, Froebel o Dewey. Siguiendo esa estela, diversos filósofos del siglo XX han desarrollado distintas metodologías para filosofar con grupos dentro y fuera del aula, como Leonard Nelson, Matthew Lipman u Oscar Brenifier.

El objetivo es ayudar a “que los alumnos reflexionen y argumenten por sí mismos, en lugar de someterse a la tradición y a la autoridad. Se considera que la capacidad de argumentar de ese modo constituye un valor para la democracia”, escribe Nussbaum en Sin fines de lucro (Katz, 2010). Pero la práctica socrática no se limita al ámbito educativo. Desde hace unos años, un grupo de filósofos (el más conocido, Lou Marinoff con su Más Platón y menos Prozac) está usando el diálogo socrático para ayudar a la gente con sus problemas personales, en la línea iniciada por Sócrates y que después desarrollaron otras corrientes filosóficas, como el estoicismo o el epicureísmo. Estos autores, entre los que está también Oscar Brenifier (Filosofar como Sócrates, Diálogo, 2011), creen que el diálogo filosófico puede ser una herramienta muy útil para la vida cotidiana y que el trabajo socrático sobre uno mismo siendo hoy tan necesario como entonces.

 

 

martes, 22 de septiembre de 2015

El Sublime Grado de Maestro Masón

 

Cuando se obtiene la maestría absoluta, el Maestro Masón experimenta una transformación radical de la mente y una regeneración completa de su naturaleza.

 

 Ahora ya está listo para permitir que la Luz del centro fluya a través de los canales frescos del cerebro de forma que el verdadero secreto del Oficio se interiorice plenamente.

Más allá de los rituales iniciáticos, se considera que el principal impacto de la Masonería en el adepto está ocasionado por los símbolos.
No se explican en el ritual, sino que la interpretación de su significado se deja para que cada uno los investigue mediante la reflexión y la contemplación de la esencia simbólica de la instrucción masónica secreta.
Una cosa es segura, los significados absorbidos por los Hermanos que protagonizan el ritual no son fáciles de verbalizar.
Estas palabras ponen de relieve que todo aquél que se inicia en la Masonería, cualquiera que sea el grado para el que se prepare, sobre todo si éste figura entre los más elevados, se siente profundamente impresionado por el poderoso simbolismo utilizado.


 

 

 

sábado, 19 de septiembre de 2015

Sobre la Brevedad de la Vida


De la brevedad de la vida (De brevitate vitae) es un texto escrito por el filósofo romano Séneca en el año 55 d. C. e incluido en su obra Diálogos.

Este libro, dedicado a Paulino -quien probablemente fue cuñado de Séneca-, es quizás es el que más influencia ha ejercido en la posteridad, sobre todo en los autores españoles del Siglo de Oro.

En él, Séneca afirma que la vida, aunque lo pueda parecer, no es breve, sino que es el individuo quien hace que así lo sea. Uno de los motivos por los cuales se considera que la vida es corta, es porque no se sabe aprovecharla.

Séneca aconseja que no se debe perder el tiempo en investigar asuntos que en realidad carecen de importancia y, sin embargo, sí se debe aprovechar bien el tiempo propio.

Para evitar que la vida parezca breve, hay que intentar no estar ocupados, pues como dice el propio filósofo hispano "[...] mientras tú estás ocupado huye aprisa la vida [...]".

En este libro también se mencionan conceptos como la fugacidad del tiempo presente hasta el punto de casi negar la existencia. "En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto". En efecto, lo único que se puede sentir como cosa real, es el pasado. (este concepto también se repite en el libro De consolación). El pasado es, pues, el único tiempo que permanece en la presencia del individuo, mientras que el presente consiste simplemente en instantes.

Para Séneca, aquel que mejor vive la vida, es el sabio, ya que recuerda sabiamente el pasado, sabe aprovechar el presente y dispone el futuro. Esta unión de los tres tiempos, hace posible que la vida del sabio sea larga; y muy corta la de aquellos que se olvidan del pasado, descuidan su presente y miran al futuro con miedo y temor.